En 1984, Orwell imagina un mundo gobernado por un régimen totalitario en manos de Big Brother (Gran Hermano). La sociedad del Estado totalitario estaba absolutamente controlada y vigilada mediante el empleo de televisores que tenían una doble función: por un lado, transmitir las 24 horas la imagen del líder y las noticias sobre la excelente política llevada a cabo por el gobierno; por el otro lado, vigilar lo que cada ciudadano hacía.
El dominio de los ciudadanos se realizaba también mediante el uso de la fuerza policial ("Policía del Pensamiento") destinada a castigar cualquier desvío en la forma de pensar o actuar de algún individuo.